A Dios le gusta observar, es un bromista, piénsalo: dota al hombre de instintos, os da esta extraordinaria virtud. ¿Y qué hace luego? Los utiliza para pasárselo en grande, para reírse de vosotros al ver cómo quebrantáis las reglas. Él dispone las reglas y el tablero, y es un auténtico tramposo, "Mira, pero no toques. Toca, pero no pruebes. Prueba, pero no saborees." Y mientras os lleva cómo marionetas de un lado a otro, ¿qué hace él? ¡Se descojona! ¡Se parte el culo de risa! Es un payaso. ¡Es un sádico! ¡Es el peor casero del mundo!
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