Iba un autobús con todos los asientos ocupados por hombres, y en una parada se sube una anciana. Como nadie le ofrece el asiento, dice en voz alta:
- Desde luego, ¡ya no hay caballeros en estos tiempos!
Y le contesta un hombre:
- Señora, sí hay caballeros, lo que no hay son asientos.
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